Por Aldo Parfeniuk
En los últimos tiempos, su alejamiento de la dirección del ya histórico El Diario para dejarlo en manos de su hijo Santiago, le está permitiendo dar a conocer, en libros publicados en nuestro país y el extranjero, creaciones que no solamente nos permiten conocerlo mejor, sino ubicarlo en un campo más amplio, más abierto de la literatura.
Aparte de eso, su vasta experiencia escrituraria le está permitiendo profundizar escrituras experimentales que enriquecen el campo de las letras, rompiendo formas tradicionales y cánones que al encasillar y delimitar géneros al mismo tiempo limitan el vuelo expresivo del creador.
“Poesía periodística”, “periodismo poético” “investigaciones noveladas” y otras hibridaciones, abren horizontes fructíferos y amplios campos de libertad para un espíritu -el cotidiano, de nuestros días- cada vez más encerrado en preocupaciones como la paz, la salud ambiental o el hambre y la libertad.
El nuevo libro de Solans que acaba de lanzar el sello madrileño Avant nos pone frente a textos de una poesía que por su heterogeneidad y escritura son un buen ejemplo de lo que venimos diciendo. La mayoría de los poemas, aunque están escritos en versos y estrofas, responden a motivaciones que no suelen ser las clásicas de la poesía; en todo caso, se tocan con la temática de algunos poetas “malditos” del Romanticismo y la Modernidad (Verlaine, Rimbaud, Bukowski, Lemebel…): pero marcan distancia debido a que tematizan sobre situaciones actuales, de nuestro aquí y ahora: “En la penumbra de la calle/ la guerra,/ y en el portal de una iglesia/ una niña dormida,/infancia perdida. // Los goles dejaron huellas,/ cicatrices de la barbarie./ Robada de belleza,/ se esfuerza por vivir.// En sus ojos café se refleja/ el paisaje de un mundo/ impiadoso,/ donde crece el horror (…..)”
Lo citado alcanza para saber de qué se trata, sobre qué habla esta poesía que hunde sus palabras en el barro de la más cruda y dolorosa realidad que -sobre todo aunque no exclusivamente- se vive hoy en este Tercer Mundo, cada vez más grande y necesitado, que inventó y alimenta el poder y la riqueza concentrados en unas pocas manos.
De testimonio en testimonio la poesía de Pedro Solans avanza ocupándose no solamente de los que no tienen voz, sino de lo que pocos se ocupan: víctimas de abusos, inocentes masacrados, transexuales estigmatizados y/o artistas discriminados por convenciones sociales y climas de época que los reconocen como extraños o peligrosos.
Un párrafo aparte merece el rescate poético/testimonial que nuestro autor lleva a cabo de figuras de nombres de cordobeses claves (y a veces ninguneados) de la literatura y el arte, como Niní Bernardello o Alberto Mazzochi.
Según la contratapa, “Oscuro y sin luceros” de Pedro Solans “…es una obra de carácter social con aspiraciones a ser considerada poesía negra (….) Desde el verso libre, en un estilo sencillo y directo, con un lenguaje coloquial poetiza la oscuridad detrás de historias con desenlaces fatales(….) Sus poemas no justifican, solo hablan” .
El libro -que apareció el mes pasado- ya está disponible en las tiendas de Amazon.
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